En 2008, investigadores de la NASA colocaron patitos de goma en un sistema de glaciares en Groenlandia para seguir el movimiento del agua de deshielo, a fin de que les proporcionaran pistas sobre la rapidez con la que se derrite un glaciar como consecuencia del calentamiento global. Los investigadores esperaban que los patitos flotaran por los canales ocultos en el interior del glaciar y luego volvieran a aparecer en algún lugar del mar. Lamentablemente, no se les volvió a ver; se supone que quedaron atrapados bajo el hielo. Sin embargo, algunos años después, un equipo de investigadores de Gales continuó desarrollando esta idea, pero utilizando un «criohuevo» y un kit de construcción QUADRO, con lo que obtuvieron resultados estupendos. En este artículo puedes leer cómo, al final, todo está conectado y cómo los investigadores quizá no puedan salvar el planeta, pero al menos están dando un paso en la dirección correcta.
Un buen día de 2018, llegó a la bandeja de entrada del equipo de QUADRO en el Reino Unido un correo electrónico del investigador Dr. Mike Prior-Jones, de la Universidad de Cardiff en Gales, Departamento de Ciencias Marinas y de la Tierra. Necesitaba la ayuda de QUADRO para organizar una expedición de su equipo a Groenlandia. ¿Ciencia e investigación?, pensamos sorprendidos. «¡Por supuesto que nos apuntamos!» Unas semanas más tarde, Mike puso rumbo hacia la isla en el Océano Ártico, con un kit de construcción QUADRO en su equipaje.
El objetivo del equipo de investigación era estudiar las «tuberías» internas de un glaciar que no son visibles desde el exterior: un sistema de grietas, hendiduras y canales de agua. Se recogieron datos sobre la temperatura, la presión y la conductividad eléctrica del agua en el lecho del glaciar. A partir de esa información, los científicos intentan deducir cuánto y de qué manera podrían retroceder los glaciares como consecuencia del aumento de las temperaturas. De esta forma, pueden llegar a estimar cuánto subirá el nivel del mar debido al deshielo de los glaciares.
Antes, los datos se recogían mediante cables con sensores que se introducían por los molinos glaciares. Un molino glaciar puede compararse al desagüe de una bañera, donde el agua que se deshiela en la superficie del glaciar fluye hacia abajo rotando a través de una especie de canal. Hasta ahora, a medida que el agua ganaba velocidad en el canal, terminaba enredando o rompiendo los cables de medición. Para evitar este problema, Mike Prior-Jones y Liz Bagshaw, de la Universidad de Cardiff, desarrollaron un sensor inalámbrico para glaciares, el Cryoegg (literalmente «huevo criogénico»), que puede transmitir información desde el interior del glaciar por radio y en tiempo real.
El sensor está incrustado en una esfera de plástico de ingeniería y funciona de forma similar a los contadores automáticos que conocemos por los sistemas de calefacción de última generación, que permiten su lectura a distancia. Desde unos 1,3 km bajo tierra, el «criohuevo» transmite datos a una antena situada en la superficie del hielo.
Y aquí es donde entra en juego QUADRO: «¿Cómo podemos colocar la antena de forma que no resulte dañada por las extremas condiciones meteorológicas de Groenlandia?», se preguntaban los científicos. Una breve búsqueda en Internet dejó claro que el kit de construcción de QUADRO iba a ser la mejor solución para su proyecto. Mike trabajó con nosotros por un breve periodo de tiempo y, juntos, diseñamos un bastidor en el que se podía colgar la antena de forma segura. Sus compañeros se quedaron atónitos cuando vieron el soporte en acción, aunque por su trabajo saben muy bien que siempre hay que improvisar, ya que no suelen encontrarse soluciones prefabricadas.
El empleo del bastidor construido con QUADRO fue un éxito total: el armazón era lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de la antena, pero al mismo tiempo flexible, lo que no carece de importancia en una superficie de hielo tan irregular. La construcción resistió sin problemas las bajas temperaturas de Groenlandia y sólo hubo un momento crítico: una ráfaga de viento derribó toda la construcción porque no se había anclado en el suelo con suficiente firmeza. Pero para gran sorpresa del científico, y para su alivio, la antena estaba protegida por un armazón de QUADRO en forma de jaula y resultó intacta. ¡Una auténtica prueba de que el kit de construcción de QUADRO puede resistir cualquier cosa!
Y cuando las piezas de construcción de QUADRO no se utilizaban para sujetar la antena, los científicos las usaban como sillas de camping o mesas de trabajo, según lo que necesitaran en ese momento. Todos se quedaron impresionados con la versatilidad del kit de construcción. Con esto quedó claro lo siguiente: ¡ESO es lo que cualquier padre y madre desea para sus hijos! Porque si el bastidor construido con el kit de QUADRO puede resistir las adversidades del clima en Groenlandia..., ¿cómo no va a resistir un simple invierno en el jardín de casa? Un sistema de piezas que ni siquiera se inmutan ante vendavales, seguro que se mantiene en pie incluso cuando jueguen encima los niños más entusiastas. Nosotros ya lo sabemos, y ahora los científicos de la Universidad de Cardiff también. Y, ¿quién sabe?, quizá los patitos de goma de la NASA aparezcan algún día, como una especie de mensaje en una botella.
¿Quieres saber más sobre este proyecto?
Aquí puedes consultar el estudio Cryoegg.
Aquí el artículo del blog de Mike.
Incluso la BBC publicó un artículo sobre el proyecto Cryoegg y QUADRO.
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