Casi todos los niños se sienten mágicamente atraídos por el agua, ya sea la que sale del grifo o la de la bañera con espuma. También en la calle les encanta chapotear en los charcos después de un chaparrón. ¡Y qué decir de los cubitos de hielo! Sin embargo, la piscina sigue siendo la reina de las experiencias acuáticas fascinantes.
En este artículo, descubrirás por qué los niños se sienten naturalmente cómodos en este elemento, por qué es esencial que siga siendo así y por qué no puede faltar un tobogán.
La bolsa amniótica: la primera piscina
El agua ha sido un símbolo de vida y renovación desde tiempos inmemoriales. Por un lado, nos da calma y estabilidad, y por otro también representa movimiento y cambio, especialmente cuando se piensa en los ríos. Pero aparte de eso, ¿no nacimos todos del agua? Fundamentalmente sí. Al fin y al cabo, ¿qué es el líquido amniótico sino un espacio tranquilo y protegido en el que el feto puede desarrollarse con total tranquilidad? Una piscinita para el bebé que se prepara para nacer. ¡Y qué bien se siente dentro! Es una sensación de bienestar que se conserva incluso después del nacimiento.
Reflejo innato
Los bebés que llevan pocos días en el mundo tienen un reflejo innato de buceo que conservan hasta los seis meses. Igual que aprendieron en el vientre materno, los bebés aguantan la respiración en cuanto se sumergen en el agua. Dejan de respirar y la tráquea se cierra automáticamente para impedir la entrada de agua, el ritmo cardíaco se ralentiza: un inteligente truco del cuerpo para reducir la necesidad de oxígeno. Tras nueve meses de crecimiento en el líquido amniótico del útero, los sentidos del recién nacido están casi completamente adaptados al agua. Hasta puede abrir los ojos dentro.
Pero incluso cuando sólo la piel de la cara entra en contacto con el agua, los bebés retienen la respiración, especialmente si se trata de agua fría. Esto, que es natural para ellos, tienen que volver a aprenderlo los niños mayores: fuera del útero ya no se puede seguir respirando bajo la superficie del agua, hay que aguantar la respiración. Por eso creemos que es bueno estimular lo que aprendemos a hacer de manera natural.
Primeros pinitos en el agua
Una piscina en casa es la oportunidad ideal para ello, ya que el peque no está expuesto al cloro ni a los gérmenes que suelen encontrarse en el mar o en los ríos. Además, también puedes regular tú mismo la temperatura del agua para que ambos os sintáis a gusto. Te sorprenderá la intrepidez con las que el niño se mueve en el agua y lo curioso que es. Para acostumbrar al bebé al agua lentamente, mójale un poco los hombros y luego moja gradualmente su cabeza. No dejes de hablarle para que se sienta seguro. La calma del agua os envuelve a ti y al niño y os acerca el uno al otro; ambos os sentís muy ligeros al flotar en el agua. Así, el niño aprende que puede confiar en ti porque lo mantienes a salvo. Muchas mujeres desarrollan en esta etapa un sentido de lo que su hijo necesita en cada momento y de lo que ya pueden dejarle hacer. Sigue adelante, escucha tu voz interior y lo que te dice tu instinto, sin dejarte influir demasiado por los consejos de los demás. Si haces todo esto, seguramente tu hijo no cogerá miedo al agua, lo que como verás a continuación, le será de gran valor en el futuro. Durante esta primera familiarización con el agua, la atención no debe centrarse en el buceo (una práctica muy discutida y controvertida entre los expertos), sino más bien en la alegría y la diversión que da sentir el agua.
Por un desarrollo sano
Una vez que el niño se acostumbra al agua, puede adquirir numerosas experiencias cognitivas durante los primeros ejercicios acuáticos asistidos, que más tarde le colocarán en ventaja con respecto a sus compañeros sin experiencia en el agua. Al hacer esto, también se favorece el paso natural de la respiración torácica a una respiración abdominal profunda: la respiración controlada por el sistema motórico sustituye a partir de ahora a la respiración nasal refleja.
La revista especializada: «Child: Care, Health and Development» publicó un estudio en el que dos científicos, Hermundur Sigmundsson y Brian Hopkins, observaron a bebés entre dos y tres meses en un curso de natación. Durante cuatro meses chapotearon, bucearon e hicieron gimnasia junto con sus padres, guiados por un instructor con experiencia. Cuatro años después del experimento, los investigadores diseñaron pruebas para comparar las capacidades de estos niños con las de aquellos que no habían tenido contacto con el agua en sus primeros meses de vida. Los resultados fueron sorprendentes: estos niños puntuaron especialmente bien en los ejercicios de equilibrio y en tareas relacionadas con la capacidad de agarrar objetos. Los «bebés nadadores» eran capaces de coordinar mejor sus movimientos y de mantener el equilibrio con más facilidad que los compañeros que no habían sido familiarizados antes con el agua.
Con este experimento quedó claro el efecto que tiene el entrenamiento lúdico en la vida posterior de los niños pequeños. Son físicamente superiores a sus compañeros y ganan más confianza en sí mismos.
Los primeros 1000 días
Es posible que hayas oído hablar de la importancia de los primeros 1000 días para el desarrollo de tu hijo. No se trata de los días posteriores al nacimiento; sino desde el momento de la concepción. Durante este periodo, el organismo del bebé es especialmente receptivo a las influencias externas; es aquí donde se sientan las bases del desarrollo, la salud y el bienestar posteriores del niño. Esta primera etapa determina incluso su futuro éxito en diferentes ámbitos de la vida. El organismo crece a un ritmo rápido, los órganos se desarrollan, se consolida la arquitectura del cerebro y se establecen las conexiones entre las neuronas. Comienza un periodo lleno de oportunidades en el que el organismo humano es todavía maleable y adaptable. Si el cerebro del niño se estimula de forma adecuada en esta etapa temprana, por ejemplo, mediante actividades lúdicas en el agua, esto influye en muchas otras áreas de la vida.
El agua: puro placer
Ya sea en la bañera de casa, en tu propia piscina, el agua siempre es sinónimo de puro placer. A casi todos los niños pequeños les encanta este elemento, chapotean y juegan en él encantados. En cuanto el tiempo lo permite, lo primero que se coloca en los parques son juegos de agua. El agua fresca no sólo estimula la imaginación de los niños por su versatilidad, sino que también despierta su espíritu de descubrimiento, su impulso natural de probar cosas, de experimentar algo nuevo. Y qué mejor que hacerlo jugando...
Una piscina en el jardín garantiza diversión para toda la familia. Aunque no estará sola por mucho tiempo, ya que pronto aparecerán amigos y vecinos con ganas de darse un chapuzón. En estos encuentros, tus hijos establecen sus primeros contactos sociales y hacen amigos, como, por ejemplo, en una fiesta de cumpleaños en la piscina. Pero no siempre hay que esperar a hacerlo una vez al año: ¿por qué no organizar una pequeña fiesta en la piscina sin motivo, por puro capricho?
En el entorno seguro del jardín de casa, los pequeños se acostumbran al agua de forma lúdica y pierden el miedo, con lo que más adelante serán lo suficientemente valientes como para meterse por primera vez en una piscina más grande o en el mar junto a alguien que les vigile. Y de esta forma aprenderán a nadar. Esto es especialmente importante, si se tiene en cuenta que sigue creciendo el número de niños que mueren ahogados. 18 niños de preescolar y 5 de primaria perdieron la vida en el agua en Alemania en 2020, según la Sociedad Alemana de Salvamento (DLRG) , y la tendencia va en aumento.
La importancia de saber nadar
La DLRG informa de que casi el 60% de los niños de diez años no saben nadar de forma segura. Son muy inseguros en el agua y, en caso de emergencia, no saben qué hacer para salvarse; de ahí que el riesgo de que se ahoguen sea especialmente alto. La DLRG ve el problema en el hecho de que la natación no se ofrece en todos los colegios; el número de centros con clases de natación disminuye de año en año. A los niños que no han aprendido a nadar les falta ganar confianza con el agua y tienen miedo de sumergir la cabeza y aguantar la respiración. Sin embargo, está demostrado que la capacidad de nadar de forma segura reduce el riesgo de ahogarse en el agua. Aproximadamente a partir de los cuatro años tienen la motricidad lo suficientemente desarrollada para aprender esta habilidad, por lo tanto, cuanto antes se les enseñe, más fácil será.
Pero, aparte de todo esto, la natación tiene muchas otras ventajas. Al nadar, entrenamos todo el sistema musculoesquelético, fortalecemos los músculos y mejoramos nuestra forma física y concentración. Se ha demostrado que el hecho de tener que mover los brazos y piernas a la vez mejora la capacidad de coordinación de los niños. Gracias a ello, se vuelven más flexibles y se mantienen delgados. Además, también el cerebro se desarrolla a través de esta conexión de cuerpo y mente, y con él la inteligencia cognitiva y emocional.
Una vez que los niños superan el miedo a nadar, adquieren más confianza en sí mismos, con lo que alivian el estrés y se vuelven más equilibrados. Al nadar junto a sus compañeros empiezan a cultivar sus primeras amistades. Por último, pero no menos importante, los niños que han aprendido a nadar y bucear gozan de mayor libertad, porque en las vacaciones familiares pueden descubrir el colorido mundo submarino de países lejanos o atreverse a zambullirse en la piscina del hotel sin miedo.
La seguridad es lo primero
Con toda esta diversión, no te olvides de garantizar la seguridad de tus pequeñas ratas de agua. Vigila a los niños pequeños y bebés en todo momento, incluso en aguas poco profundas. Desde una edad temprana, debes enseñar a tu hijo que el agua no siempre es inofensiva y no hay que subestimarla. Coloca la piscina en el jardín de forma que los niños que se encuentren en ella no queden expuestos al sol directamente. Si esto no es posible, coloca una sombrilla o una vela de sombra al lado. Recomendamos no dejar que los niños corran por la piscina al mediodía y aplicarles abundante cantidad de protección solar, preferiblemente un cosmético natural certificado sin nanopartículas. Coloca la piscina de forma que no haya peligro de resbalones cuando los niños corran y salten alrededor de ella.
¿Qué más puedo hacer?
¿Qué hay mejor que una piscina? Pues una piscina con tobogán, por supuesto. Y es que los toboganes son los juegos favoritos en los parques infantiles. Por eso, la combinación entre piscina y tobogán fascinará a tus hijos. Al principio necesitarán un poco de confianza y valor para dejarse caer por el tobogán, pero luego ya no pararán, ¡yupiiiiii! La fuerza centrífuga surte efecto, el peque coge velocidad y, aunque tiene la sensación de entrar en caída libre, está a salvo en el tobogán. Al final, termina en el agua y disfruta como loco el chapuzón final. ¡Fantástico! Y como ha sido tan emocionante, a volver a subir. ¡Y una vez más! No hay socorrista en el mundo que pueda oponerse a tal disfrute. De todos modos, nadie se va a oponer porque estáis en vuestro propio jardín, en terreno conocido.
Los niños son temerarios; les encanta probar cosas nuevas e intentan superar nuevos límites. Se sorprenden al descubrir que, de repente, son capaces de hacer más cosas que hace sólo unos días y, por tanto, ganan una valiosa confianza en sí mismos. Al deslizarse a toda velocidad por el tobogán, les da un subidón de adrenalina. Se sienten muy bien y las endorfinas les ponen contentos y les hacen más ágiles. En los días de calor pueden desahogarse de verdad, sin ningún riesgo, ya que los toboganes de plástico, que se utilizan sobre todo en el jardín, han sido sometidos a estrictas pruebas de seguridad. Absorben la temperatura ambiente de forma limitada y no se calientan, a diferencia de los columpios del parque donde jugabas tú mismo de niño, en el que seguramente había muchos toboganes de metal.
Para tirarse por el tobogán, como para tantas otras ocasiones en la vida, la máxima es: primero el deber y luego el placer. El niño tiene que subir la escalera, o trepar por la barra, antes de poder tirarse como un salvaje por el tobogán. Mientras espera en la cola hasta que otro niño se haya deslizado socializa con otros niños. Sólo después de esperar su turno volverá a poder disfrutar del tobogán.
El ejercicio al aire libre es muy importante, especialmente en nuestra era del smartphone, la tablet y la televisión. Lanzarse por el tobogán es una especie de entrenamiento natural. Cuando los pequeños aventureros suben a la cima, se impulsan con la ayuda de sus brazos y sus piernas, sus cuerpos se abastecen de sangre, y llega oxígeno a las células. Al hacer esto, ponen en práctica su coordinación y sentido del equilibrio, estimulando las áreas del cerebro responsables del balanceo y del sentido del tacto. También se entrena la propiocepción, es decir, la percepción de la posición de la cabeza, el tronco y las extremidades entre ellas y en el espacio. El niño adquiere, así, la capacidad de estimar su propia fuerza, velocidad y tensión corporal. Y, de paso, desarrolla su sistema nervioso sensorial, que desempeña un papel decisivo en procesos de aprendizaje más complejos en años posteriores.
Conclusión
Una piscina propia con tobogán no sólo es una gran diversión para los más pequeños, sino que también constituye una base importante para impulsar su crecimiento y asentar su vida posterior. Los niños que entran en contacto con el agua a una edad temprana le pierden el miedo, aprenden a nadar y crecen especialmente sanos en general. Un tobogán potencia este efecto en el desarrollo infantil. O sea que, ya sabes, ¡vete preparando tu jardín para el próximo verano!
¿Y qué tiene que ver todo esto con QUADRO?
En QUADRO siempre pensamos en lo que puede ser interesante para los niños y, sobre todo, en lo que es importante para ellos. Creemos que un producto debe servir para más de un solo propósito. Ese es nuestro objetivo. Incorporamos los resultados de nuestras investigaciones periódicas al desarrollo de nuestros productos para que tú y tus hijos podáis obtener el máximo beneficio. A continuación, puedes leer cómo las conclusiones de este artículo pueden aplicarse a nuestros productos.
El sistema de acople PLUG-IN-SYSTEM de QUADRO, patentado en 1979, hace posible montar y desmontar cada construcción rápidamente según tus necesidades. Por eso, en otoño podrás volver a montar el tobogán y la piscina en un local interior. Los materiales son fáciles de limpiar, no absorben los olores externos y ni tampoco el agua, así que no te preocupes por tu alfombra nueva. En invierno, la piscina se transforma en un arcón lleno de bolas de colores y, en consecuencia, en un tipo de diversión completamente diferente para los más pequeños.
Solo tienes que escoger la piscina que más se ajuste a tus hijos. A partir de los 12 meses, puedes usar Pool S. Con ella, tu hijo perderá el miedo al agua. Para variar, puedes transformar la piscina en un cajón de arena para que jueguen a sus anchas. Los modelos Pool L y Pool XXL se pueden combinar con toboganes. Y a partir de aquí, las posibilidades son infinitas. ¿Te gustaría construir un castillo de juguete con tus hijos?, ¿o les apetece más un barco pirata con cañones en la borda? Pues a por ello. Las piscinas pueden combinarse con nuestros kits de construcción, siempre que dispongas ya de un tobogán QUADRO. Y con el programa de QUADRO para ordenador puedes diseñar construcciones que no tienen nada que envidiar a las de un parque acuático. Tu vecino se va a morir de envidia… Busca modelos inspiradores en nuestro extenso banco de datos.
Todas nuestras piscinas son inofensivas para la salud y el medio ambiente. No contienen sustancias plastificantes ni bisfenol A, ni parafinas cloradas de cadena corta (PCCC) o metales pesados (Pb, Cd). El fondo de la piscina es de un material muy resistente y puede soportar muchos trotes. Todas las piscinas tienen un tapón de drenaje para que el agua pueda salir fácilmente. Los tubos, acoples, tornillos, llaves y otros elementos hechos de polietileno (HDPE) y polipropileno también son muy fáciles de reciclar (código de reciclaje 5 y 2).
En cuanto a los toboganes, también hay mucho para elegir: puedes optar por el tobogán integrable, de gran estabilidad, que simplemente se engancha a un juego de trepa o a una torre, o por el tobogán modular o curvo, ambos combinables para formar un tobogán doble. Y si a tus hijos aún no les parece suficiente, sólo tienes que añadir una extensión horizontal al tobogán. Puedes ponerla directamente en el césped, como prolongación de la parte final amarilla del tobogán.
Para tener una verdadera sensación de piscina, todos los toboganes están equipados con una toma de agua a la que se puede conectar una manguera de jardín. Los más pequeños se lo pasan en grande incluso abriendo y cerrando la tapa de la entrada de agua para que salpique y se mojen sus compañeros de juego. Así crean la conocida música de fondo del verano: gritos y chapuzones.
Tanto el tobogán integrable como el modular tienen una forma recta, pero se diferencian en su longitud de recorrido. El tobogán integrable es fácil de montar; con el tobogán modular se necesita un soporte, que por supuesto, viene incluido. El tobogán curvo se llama así por su forma, evidentemente. Además de añadir un poco de gracia al resbalar, la curva es extremadamente práctica cuando se utiliza en interiores, ya que se necesita menos espacio, y el niño se desliza prácticamente hasta el centro de la habitación. Para rizar el rizo, el tobogán modular y el tobogán curvo pueden combinarse para formar un tobogán doble. Los tres toboganes son compatibles con toda la gama de productos QUADRO, tanto las nuevas como las fabricadas en 1979.
Si deseas combinar un tobogán QUADRO con una piscina QUADRO, recuerda que el tobogán integrable sólo puede combinarse con POOL XXL, mientras que los toboganes curvos y modulares son compatibles tanto con los modelos POOL L como POOL XXL. Los modelos de piscinas POOL S y XS no se pueden combinar con toboganes. Lo que todos tienen en común es que pueden llenarse con agua, arena o bolas.
Tus hijos van a alucinar cuando vean la extensión horizontal que se puede añadir al tobogán modular o curvo. Es que cuando se trata de resbalar, cada metro cuenta. Y aquí tienen hasta seis. Su lona reforzada con fibra de alta calidad está diseñada para soportar muchos, muchos resbalones. Además, amortigua mejor los desniveles del césped; al fin y al cabo, ¿a quién le gusta resbalar sobre piedras o grava? La lona es antideslizante y se queda fija donde la coloques, no se desplaza. Las extensiones horizontales les dan a los niños la sensación de estar en su parque acuático favorito. Debido a sus bordes laterales elevados, el agua permanece en la extensión horizontal del tobogán y no se sale por los lados.
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